Se me ha gastado el día,
atropelladamente
en idas y venidas,
en gestos y recados
que al hacerlos juzgaba.
necesarios.
Desperdiciado, débil y oscilante,
el número equis ene de mis
días
era un cabo de vela
y afuera lucía el sol de la
mañana.
El sol se hunde en silencio
y sopla las bujías
y se envuelve en su manto como
un rey.
El número equis ene de mis
días
murió de muerte necia.
Ahora lo estoy llorando
cuando veo a las nubes
ponerse un traje grana
para morir también.
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