Busco tu esqueleto bajo la cama
entre los libros
ahí
donde estuviste
en los pasillos
en los rincones
en los dobleces de mi cuerpo
entre las altas torres del lenguaje.
O quizá un gesto de la mano izquierda
en la pared proyecta con su sombra
el rostro de una palabra
Guardé tu nombre que late en una página
No quiero recordar
y aun la voz no alcanza para ir
-despacio-
consonante y vocal
aire y vacío
llenando lo que dice
lo que en verdad nombra
ese nombre que tiene tu cuerpo
Y no hay voz que lo abarque
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