La noche extiende su dominio puro
de estrella por mi sanagre aparecida
como un árbol oscuro:
ya no es la muerte ni la vida
lo que alegre despierta con mi sueño
a mi ceniza en flor y luz madura,
sino un oro neutral que me hace dueño
de mi joven palacio de amargura.
Oh ardido corazón, paciente mina
de la engastada furia que rodea
mi tronco de hombre escueto de paisaje!
Levanta, enfermedad, tu lluvia fina,
permite que tu niño eterno vea
su extraña paz y delicado viaje.
Volver a Cintio Vitier