Cuerpo que todo lo presientes, todo lo anuncias,
pugnando,
estorbado en la fiebre,
en el delirio que te estremece,
en tus oscuras selvas.
Fingiendo, temblando
en medio de una dulzura que te quiebra.
Memoria de una bestia feliz
resbalando,
resbalando.
Hermoso,
ardiente en el incendio del mediodía,
humillado en la noche que te pudre.
Irremediable como un surtidor.
Oh, cuerpo en que penetra
el espejo radiante del vecino,
el aroma que trae el aire
desde no sé qué horizonte o abismo
cómo asusta
la serena armonía de tu luz.
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