Poemas de Claribel Alegría
- AMOR
- AUSENCIA
- AUTORRETRATO
- BARAJANDO RECUERDOS
- CADA VEZ
- CARTA A UN DESTERRADO
- CARTA AL TIEMPO
- CÍRCULOS
- ¿CÓMO SERÁ EL ENCUENTRO?
- CONJURA
- CREÍ PASAR MI TIEMPO
- DAME TU MANO
- DESAHOGO FUGAZ
- DESHORAS
- DÍA DE LLUVIA
- EL MURO DE LAS SONRISAS
- EPÍLOGO
- ERES RECUERDO
- ESE BESO
- ESTÁS VIVO
- EXTRAÑO HUÉSPED
- FLORECEN LOS ALMENDROS
- FRONTERAS
- HOY ES NOCHE DE SOMBRAS
- INSOMNIO
- INSTANTES
- LA MARIPOSA
- LAMENTACIÓN DE ARIADNA
- MI LABERINTO
- MUERO DE A POCO
- NO PIENSES EN MAÑANA
- NO PRECISO CONCEPTOS
- NO PUEDE
- NUESTRO AMOR
- OTOÑO
- PEQUEÑA MUERTE
- POEMA
- POR LAS NOCHES
- QUÉ LÁSTIMA
- QUERENCIAS
- QUIERO ENTRAR A LA MUERTE
- QUIERO SER TODO EN EL AMOR
- RITO INCUMPLIDO
- SAUDADE
- SIEMPRE HAY UN INTRUSO
- SOLOS DE NUEVO
- SOY ESPEJO
- SOY UNA GAVIOTA
- TAMBIEN ME GUSTA EL AMOR
- TIEMPO DE AMOR
- TU MUERTE
- VEN CONMIGO
- VUELO INTERRUMPIDO
- YO SIN TI
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Claribel Alegría:
ESE BESO
Ese beso de ayer
me abrió la puerta
y todos los recuerdos
que yo creí fantasmas
se levantaron tercos
a morderme.
AMOR
Todos lo que amo
están en ti
y tú
en todo lo que amo.
CARTA AL TIEMPO
Estimado señor:
Esta carta la escribo en mi cumpleaños.
Recibí su regalo. No me gusta.
Siempre y siempre lo mismo.
Cuando niña, impaciente lo esperaba;
me vestía de fiesta
y salía a la calle a pregonarlo.
No sea usted tenaz.
Todavía lo veo
jugando ajedrez con el abuelo.
Al principio eran sueltas sus visitas;
se volvieron muy pronto cotidianas
y la voz del abuelo
fue perdiendo su brillo.
Y usted insistía
y no respetaba la humildad
de su carácter dulce
y sus zapatos.
Después me cortejaba.
Era yo adolescente
y usted con ese rostro que no cambia.
Amigo de mi padre
para ganarme a mí.
Pobrecito el abuelo.
En su lecho de muerte
estaba usted presente,
esperando el final.
Un aire insospechado
flotaba entre los muebles
Parecían más blancas las paredes.
Y había alguien más,
usted le hacía señas.
El le cerró los ojos al abuelo
y se detuvo un rato a contemplarme
Le prohibo que vuelva.
Cada vez que los veo
me recorre las vértebras el frío.
No me persiga más,
se lo suplico.
Hace años que amo a otro
y ya no me interesan sus ofrendas.
¿Por qué me espera siempre en las vitrinas,
en la boca del sueño,
bajo el cielo indeciso del domingo?
Sabe a cuarto cerrado su saludo.
Lo he visto con los niños.
Reconocí su traje:
el mismo tweed de entonces
cuando era yo estudiante
y usted amigo de mi padre.
Su ridículo traje de entretiempo.
No vuelva,
le repito.
No se detenga más en mi jardín.
Se asustarán los niños
y las hojas se caen:
las he visto.
¿De qué sirve todo esto?
Se va a reír un rato
con esa risa eterna
y seguirá saliéndome al encuentro.
Los niños,
mi rostro,
las hojas,
todo extraviado en sus pupilas.
Ganará sin remedio.
Al comenzar mi carta lo sabía.
CARTA A UN DESTERRADO
Mi querido Odiseo:
Ya no es posible más
esposo mío
que el tiempo pase y vuele
y no te cuente yo
de mi vida en Itaca.
Hace ya muchos años
que te fuiste
tu ausencia nos pesó
a tu hijo
y a mí.
Empezaron a cercarme
pretendientes
eran tantos
tan tenaces sus requiebros
que apiadándose un dios
de mi congoja
me aconsejó tejer
una tela sutil
interminable
que te sirviera a ti
como sudario.
Si llegaba a concluirla
tendría yo sin mora
que elegir un esposo.
Me cautivó la idea
que al levantarse el sol
me ponía a tejer
y destejía por la noche.
Así pasé tres años
pero ahora, Odiseo,
mi corazón suspira por un joven
tan bello como tú cuando eras mozo
tan hábil con el arco
y con la lanza.
Nuestra casa está en ruinas
y necesito un hombre
que la sepa regir
Telémaco es un niño todavía
y tu padre un anciano
preferible, Odiseo
que no vuelvas
los hombres son más débiles
no soportan la afrenta.
De mi amor hacia ti
no queda ni un rescoldo
Telémaco está bien
ni siquiera pregunta por su padre
es mejor para ti
que te demos por muerto.
Sé por los forasteros
de Calipso
y de Circe
aprovecha Odiseo
si eliges a Calipso
recuperarás la juventud
si es Circe la elegida
serás entre sus chanchos
el supremo.
Espero que esta carta
no te ofenda
no invoques a los dioses
será en vano
recuerda a Menelao
con Helena
por esa guerra loca
han perdido la vida
nuestros mejores hombres
y estas tú donde estas.
No vuelvas, Odiseo
te suplico.
Tu discreta Penélope
AUSENCIA
Hola
dije mirando tu retrato
y se pasmó el saludo
entre mis labios.
Otra vez la punzada,
el saber que es inútil;
el calcinado clima
de tu ausencia.
BARAJANDO RECUERDOS
Barajando recuerdos
me encontré con el tuyo.
No dolía.
Lo saqué de su estuche,
sacudí sus raíces
en el viento,
lo puse a contraluz:
Era un cristal pulido
reflejando peces de colores,
una flor sin espinas
que no ardía.
Lo arrojé contra el muro
y sonó la sirena de mi alarma.
¿Quién apagó su lumbre?
¿Quién le quitó su filo
a mi recuerdo-lanza
que yo amaba?