En derredor del sol gira la tierra,
haciéndose, al girar, sombra a sí misma,
y en redor de mis propios sentimientos,
hallando sombra y luz, mi mente gira.
Yo no sé qué pensar; me alejo mucho
y otra vez vuelvo al punto de partida;
la luz de mi esperanza nunca muere,
y a impulsos del dolor siempre vacila.
Para soñar en mundos que no veo
me basta mi incansable fantasía,
y para comprender el que habitamos
no me bastan ni el alma ni la vista.
Sombras que ante la luz se desvanecen,
pasan mis ilusiones más queridas:
rocas fijas en medio de los mares,
duran mis penas grandes e infinitas.
Yo no sé qué pensar; mi pensamiento
tiene en mi corazón extraño guía;
batallo sin cesar, y amo la lucha,
y muero sin cesar, y aún tengo vida.
Volver a Concepción Estevarena