Ego dormio el cor meum vigilat
Cant., V, 2
La quieta soledad, el lecho oscuro
De inmortales tinieblas coronado,
El silencio en la noche derramado,
Y el cerco de la paz, ardiente y puro.
Ruth detiene el aliento mal seguro,
Descubre el rostro de dolor turbado,
Y por largos anhelos agitado
Con dura mano oprime el seno duro.
Duerme Booz en tanto; su sentido,
En misterioso sueño sumergido,
La presencia tenaz de Ruth ignora.
Mas su despierto corazón medita...
Y la noche fugaz se precipita
Hacia los claros lechos de la aurora.
1937
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