Poemas de Consuelo Hernández
- Árbol de luz
- Basta una mochila
- Con el poder de Lisístrata
- Consejos para viajeras
- Cuatro letras
- En el hipódromo (Kentucky)
- Equipo para la guerra
- La princesa Margarita
- Todo lo que he dejado
- Vancouver
- Volcán en actividad
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Consuelo Hernández:
La princesa Margarita
(En la isla de Margarita en Hungría)
Margarita, ¡cuánto sufrimiento empozado en tu alma!
Lo pude ver en la ausencia de tus ojos
y en la permanente humedad de tu mirada.
Yo sé cuán macerada estuvo tu existencia
oí las oraciones que destiló tu ira
y cómo retorciste tu tristeza
Encerrada en esta bella isla del Danubio
escuchaste estos mismos pájaros tan libres
con sus cantos que nunca se sosiegan
y estos árboles poblados de silencio
atisbaron cada uno de tus días.
Y tú, en verdad, nunca entendiste
que tu padre dispusiera de tu vida
para dar gracias a los dioses
por favores que a ti no te concernían.
Yo tampoco entiendo, Margarita,
por qué ha sido tan fácil a los hombres
torcer el destino de las mujeres.
Aun puedo sentir la urgencia de tu piel adolescente
la necesidad inviolable de tu instinto...
Y nadie vino en tu auxilio
y los rezos, los cantos y los pájaros
no fueron suficientes, Margarita...
Sí. Lo sé yo que me visto de tu cuerpo...
Por eso te entregaste al compresor de lluvias y nostalgias
y te inmolaste apresurándote a morir...
Hoy, Margarita, he venido a visitarte
confinada en esta isla, tu desierto,
donde sólo el Danubio te devolvió
una fugaz imagen de la vida.
Hoy, después de tanto tiempo
fui al templo del siglo XIII con tu nombre
y otra vez me revelaste tu dolor.
Por eso te compadezco
y escribo para borrar del presente y el futuro
la posible clonación de tu trágico destino.
Basta una mochila
Cuando la ira no cabe en el pecho
una se vuelve indiferente
se vuela de sí misma
y rompe todas las cuerdas que la atan.
Basta una mochila resistente
y unos zapatos confortables
para bajarse del compresor de libertades
y recorrer el mundo sin desgano.
Para transfigurar los viernes dolorosos
en días plenos de esperanza
como un domingo de resurrección.
Todo lo que he dejado
Dejar atrás mi pueblo,
el recuerdo elemental de cada amigo
los paseos de domingo salvadores
y los almuerzos en mesa compartida
Rodar por otros rumbos, ausente de los míos
fijar nuevos sentidos impuestos por el lloro
del agua vespertina que nunca me abandona.
Cambiar el sol por nieve, y el calor por la helada
vivir entre extraños una vida menos sustancial
y tener como amiga la acacia siempre ausente.
Otros seres se cruzan por mi vida
sin poder saber nunca si están de mi parte
o detrás de las máscaras me clavan su cuchillo...
Todo lo que he dejado
hoy
se yergue como torre al centro de mí misma.
Con el poder de Lisístrata
Invocando el poder de Lisístrata
hago escarnio de los asalariados de la guerra
para defender a mi Atenas de Esparta.
Convoco a la mujer de delantal
la de tacones
la doméstica y la reina
la obrera y la madre
la joven y la anciana
a todas llamo
a desertar de las camas de sus amados
hasta que todos regresen de la guerra
y se nieguen a ofrecer sus vidas
para que unos pocos sobrevivan
con más riqueza de la que pueden usar
si vivieran diez mil vidas.
Con el mismo poder de Lisístrata,
se los juro,
terminaremos con las guerras
y los poderosos de turno
caerán de su caballo con todo y sus morrales.
No más madres con niños heridos en sus brazos
ni piernas amputadas con espadas
ni hombres muertos en ajenas batallas.
Mandaré a las cabezas de faunos
a morder la soledad
al ayuno sexual
y no más carneros desollados
ni familias a la espera
desplazadas por la guerra.
Por el poder que tuvo Lisístrata
todos los ejércitos
se detendrán en seco
vencidos por el aire
que enfurecido llama
a la verdadera paloma de la paz.
Equipo para la guerra
Este canto de pájaros entre la nieve
lo atraviesan balas y misiles
camino al medio oriente.
Surcan el cielo helicópteros
que vigilan nuestros pasos
y en la tienda nos saluda
el mercader de la guerra
con máscaras de gas,
equipos de emergencia
cintas adhesivas para puertas y ventanas
y vacunas contra las imaginarias armas de destrucción masiva...
Ya adentro en la casa
todo se me olvida
porque la vida sigue.
En el hipódromo (Kentucky)
Dame la palabra para llegar
a la belleza de tu crin crispada
al universo que sale de tu piel en vuelo
para arriesgar un minuto de felicidad
en la certeza decisiva de tu paso.
Libera de bridas tus afanes
Y tu corazón brillará como sol íntimo en tu carne
porque no hay tiempo ni espacio
para los que no saben jugarse
la vida en un instante.
No hay otra opción en este hipódromo
aunque el sudor sofoque tu piel
y tengas que masticar ese duro acero que molesta.
Con la certeza de la aventura nueva
asomarás la cabeza entre tus contendores
como la luz del cometa que viaja entre la noche.
Sigue trotando, amo de horizontes
y no vuelvas la mirada atrás
apura tú paso hacia la meta
como se apura el río para llegar a su mar.