...Aquel amor que publica
con su llanto de amargura
desmedido
la vïuda tortolita,
cuando llora con tristura
su marido
y se busca soledad
donde su llanto concierte
muy esquivo,
te haga haber piedad
de la dolorosa muerte
que recibo.
Aquel amor tan derecho
y querencias tan estrañas
sin temor,
del ave que rompe el pecho
y da comer sus entrañas
por amor,
en ti misma lo recibas,
y tan poderoso sea
que sus llamas,
que romas tus carnes vivas,
porque solo te crea
que me amas
¡Oh Amor! ¿y dónde miras?
tu fuerza que no resce,
dime, ¿dóla?
¿contra quién obran tus iras?
¿quién mejor te las merece
que ésta sola?
Vuelve tus sañas en ella,
muestre tu poder cumplido
cuánto pueden,
porque con muerte de aquella
que tus leyes ha rompido
firmes queden.
A éste con rabia pido
que de su mano herida
tal te veas
cual se vio la reina Dido
a la muy triste partida
de su Eneas:
y con el golpe mortal
que dio fin a sus amores
te conjuro
que tu vevir desleal
no jamás de sus dolores
veas seguro
FIN
Amor que prende y quebranta,
fuerza que fuerzas derriba
muy entera,
y al mismo temor espanta
y a lo más libre cativa
sin que quiera,
a ti, muy desconocida,
tan cruelmente cative,
pues que sabe que la mi penosa vida
que en tal dolor siempre vive
no s´acabe.
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