Por qué, padre,
me he jugado la vida.
Hubo un tiempo
en que aceché al ser
que fisgoneaba por sentidos peligrosos.
Y así , con el ardor ácido de un golpe invisible,
se acalambrararon mis carnes
aguijoneadas mil veces
por esa furia execrable.
Aquí ,en esta hora deforme y sin color,
me fragmento en el morir
juntando
mi propio cadáver .
Volver a Cristina Pizarro