Hacia la perspectiva de las dunas,
esa ilusión comienza a dibujarse.
Una mancha de lluvia en movimiento.
Un volumen de insólitos cristales.
Una escultura onírica de sal.
Y un soplo de repente, humana ráfaga.
Volver a David Escobar Galindo
Hacia la perspectiva de las dunas,
esa ilusión comienza a dibujarse.
Una mancha de lluvia en movimiento.
Un volumen de insólitos cristales.
Una escultura onírica de sal.
Y un soplo de repente, humana ráfaga.