Poemas de Eliseo Diego
- Arqueología
- Artesanos
- El general a veces nos decía
- El oscuro esplendor
- El sitio en que tan bien se está
- El viejo payaso a su hijo (4)
- Elegía con un poco de amargura
- En la cocina
- Entre la dicha y la tiniebla
- Esta mujer
- Fracaso
- La casa abandonada
- Muchacha de la Madona
- Mujer cosiendo
- Nostalgia de por la tarde
- Quietud
- Testamento
- Versiones
- Viajes
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Eliseo Diego:
Arqueologia
Dirán entonces: aquí estuvo
la sala, y más allá,
donde encontramos los fragmentos
de levísimo barro, el sitio
del calor y la dicha.
Luego
vendrá una pausa, mientras
el viento alisa los hierbajos
inconsolables; pero
ni un soplo habrá que les evoque
la risa, el buenas tardes,
el adiós.
Quietud
Casi no roza la palabra
siquiera el borde de la luz
bajo la sombra de los mangos.
Todo
está inmóvil ahora, como a salvo
del tiempo que se va
-sesgado, a oscuras-
por el secreto de tus venas.
El oscuro esplendor
Juega el niño con unas pocas piedras inocentes
en el cantero gastado y roto
como paño de vieja.
Yo pregunto:
qué irremediable catástrofe separa
sus manos de mi frente de arena,
su boca de mis ojos impasibles.
Y suplico
al menudo señor que sabe conmover
la tranquila tristeza de las flores, la sagrada
costumbre de los árboles dormidos.
Sin quererlo
el niño distraídamente solitario empuja
la domada furia de las cosas, olvidando
el oscuro esplendor que me ciega y él desdeña.
Artesanos
Pules y pules, ves, el duro verde
hasta que al fin brota. Le has querido
forma de pétalo.
(Más tarde
alguien, sagaz, dirá: el hacha
tiene forma de pétalo.)
A solas
pules y pules en la luz de octubre
hasta que asoma el alma de la piedra
en un hoy sonriente.
Lejos
está mañana, como lejos
ayer quedó contigo.
Sólo el alma
sonriente de la piedra verde
brilla en el hoy de siempre.
Esta mujer
Esta mujer que reclinada
junto a la borda inmóvil de su casa
soporta con las manos arrugadas
el peso dócil de su tedio,
sólo escuchando el tiempo que le pasa
sin gracia ni remedio.
Esta mujer, desde la borda
blanca de su balcón, que el patio encierra,
mira correr, ansiosa y sorda,
la estela irrestrañable de la tierra.
Fracaso
El piano al mediodía, solo,
de álamo en álamo la música,
de resol en penumbra,
no se levanta, no remonta,
se cae del ala, pía, la música,
vuelve otra vez, anhela,
sube, sube, de pronto
la dicha cruza en una ráfaga,
tropieza con la luz,
no puede,
tiembla, quisiera
ser, la música.