Tú debes ser la llaga,
la llaga del principio.
Por ti se hizo la noche y las tinieblas.
Nos dejaste el legado más horrible,
plomo y duelo cosido a los talones
que nos vence a la tierra
y extermina,
después le deja al viento
los labios del despojo.
Soberbia, reina enjambre,
matriz de las desdichas
¿cómo arrancarte el feudo
que te otorgó el abismo
de luz deshabitado?
¿cómo cerrar los cráteres que abriste
en los occipitales
y hundirte para siempre
en la cal espumosa de la nada?
Si fueses soberana del ayer,
tan sólo del ayer,
y no te alzaras hoy
con más fuerza que el hongo de la muerte.
Si ya no urdieras coloridas trampas
que conquistan engañosamente
concibiendo ilusiones
de someter el orbe a los caprichos.
Es posible que entonces
el reino del perdón ya fuera nuestro,
regresados al mundo
de cóndores altivos
sin el barro en las alas.
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