El cielo aquel pintado con tizas de colores;
el sol que se empozaba tantos jueves
para los largos temporales
'Cuando se empoza el sol en jueves,
antes del domingo llueve...'
Aquellas calles largas con carros y viñeros;
el pregonero del Ayuntamiento
y el tío del 'rabiche'; el carro
del 'alhigue' cuando los carnavales;
las barberías con aquellos frascos
llenos de sanguijuelas coleantes;
el miedo de las noches del invierno
desiertas por el cierzo y los fantasmas;
las uvas, las espigas, la Glorieta,
la feria, el corralazo de los títeres...
¿Era aquél Tomelloso?
¿Era yo aquél, aquel de por entonces?
No me recuerdo bien. No tengo pruebas.
Era antes de la guerra. Mucha gente
no viviría bien, seguro, pero
el tiempo de los niños es hermoso,
y aunque la vida va a su mejoría
-según dicen- y hay tantos nuevos sueños:
viajar a la luna y los planetas;
inventar pan para que no haya pobres,
nueva fe en nuevos pechos,
aquel tiempo consuela a los que fuimos
niñez y luego muerte en nuestra infancia.
Antes que lo perdiéramos,
aquel niño de todos y de nadie
jugó por todo el pueblo, entre bidones
y cubas y trujales, en las fábricas,
en las destilerías de alcohol,
donde el vino zurría y se quemaba,
mientras nosotros -aúpa- nos saltábamos
montoneras de orujo, eras de lías.
Y el campo, ¿cómo era
antes de que aquel cielo, aquellos hombres,
se fueran a la guerra para no volver nunca?
Vendimiadores tiempos,
una vez en las viñas, vendimiando, una noche
-quiero acordarme, pero ha tanto tiempo-
en la pequeña casa, acabada la cena,
todos bien avenidos se embromaron,
se tiznaron jugando al 'San Alejo',
con la sartén tocaron seguidillas
y jotas a la luz de los candiles;
y luego se acostaron en-parva por el suelo,
que ya no se cabía
sino en las alambores y en la cuadra.
Eran caras alegres como nunca haya visto.
Era antes de la guerra y yo tenía
de cuatro a cinco años.
Muchos ya no volvieron para echar hato los lunes
para irse de semana, de vendimia.
El cielo no volvió ni fue ya claro.
La gente se hizo dura,
y a los niños dejaron de querernos.
Y nosotros, mis primos, mis amigos,
no volvimos tampoco de la guerra:
de repente crecimos, fuimos otros,
nos perdimos igual que se perdieron
de vista, hacia el Oeste, tantas cosas.
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ANIMO,PENSEMOS QUE VENDRAN TIEMPOS, QUE -AUNQUE NO SEAN MEJORES- AL MENOS ENNOBLECERAN UN POCO NUESTRAS PATRIAS.
GRACIAS POR UN POEMA TIERNO Y ENERGICO LLENO DE NOSTALGIA.
LENA
con zapatos de goma que en invierno
te congelaban los piés y en verano
resbalaban con el sudor cantábamos
Montañas Nevadas ,Banderas al Viento,
de Isabel y Fernando el espíritu impera
moriremos(Con 11 años) besando
la sagrada bandera, era todo esto
obligatorio, porque además había un
maestro que era falangista y vigilaba
que se celebraran todas las efemérides
siempre sobre la muerte de algún héroe
oficial, pero aquel era un barrio muy
castigado y muchos niños huérfanos
o hijo de padres caidos en desgracia
en lo único que pensaban era en llegar
la hora de almorzar en el comedor del
auxulio social, afortunadamente no todo
los maestro eran de las ideas del "comisario",
el colegio se acordaba de que éramos
niños y organizaba excursiones al manicomio
para jugar y además hablar con
los locos y ver que eran tan locos como
nosotros allí estaban cultivando su
huerto o haciendo ramos de flores,
no quiero cansaros pero gracias
aquel colegio y como premio a haber
respondido correctamente a unas
preguntas sobre gramática, nos
llevaron a un grupo de niños
a Granada y pudimos ver la nieve
de verdad y soñar dentro de la
Alhambra, y la visión que nunca
olvidaré fué ver a uno de los últimos
buscadores de oro extrayendo
pepitas del rio Darro, hermano del
Genil ambos cantados por Lorca.
esa fué mi primera salida de
casa, y desde entonces llevo
a auqella Granada en el alma.
Además como el ansía ver de nuevo el lugar donde creció.
"Eso es el dolor de patria"
Si o no?
Complicado, pero bonito.
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