para Julio Pacheco Rivas
¿Dónde están las voces?
¿Qué pasó con la mirada?
del amor
¿Qué noticias tenemos?
La ciudad vive para sí misma
Plazas edificios avenidas
objetos sin uso
y sin denominación
carentes de alguien que los nombre
ejercen un señorío
parecido a la muerte
cercano a la indiferencia y al olvido
Un silencio largo
de autopista deshabitada
se suma al coro de mudeces
que aturde restaurantes y mercados
La palabra no existe
se la comió el color
el espacio la luz
el peso de la ausencia
vuelve sobre sus pasos
el tiempo
va y viene transcurre solícito
marcando horas sin destinatario
en ciudades privadas de prisas y contemplaciones
Nadie respira ninguno jadea
se perdieron los latidos
el calor del cuerpo
las apetencias de la carne
el sabor del beso y la saliva
el orgasmo de humedades compartidas
sólo nos queda un recuerdo esta muerte
que también se va diluyendo
Volver a Enrique Viloria Vera
a veces si "contento" , a veces no "contento".
Hasta el momento no hemos logrado en ningún lugar de mundo un ser "contento".
Lo bonito de la poesía es, en sí , la comtemplación y consideración de un lugar, con sus respectivos y diferentes seres.
Así es la verdad, dura pero sincera.
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olvidamos que algunos vez fuimos
merecedores de alguna gloria
y cuando nos lo recuerdan, huimos
Podemos ser modestos actores
intérpretes de nuestro papel
sin querer hacemos de confesores
en una confusa torre de Babel
Y una mujer de rostro aún juvenil
me saluda a pesar del tiempo pasado
y no sé si merezco tal cumplido
Y yo me comporto de modo pueril
sin ver su rostro tambien castigado
quizá por un amor incomprendido
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