Enzia Verduchi

Poemas de Enzia Verduchi

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Enzia Verduchi:

Las trasterradas

Regresamos a la tierra nunca propia
huella de patria imaginaria. Llevamos
por dentro la casa, el árbol y el sueño.

En una pared rentada
mi hermana retiene una fotografía:
fragmentos mediterráneos.

Hablamos el idioma donde no existe
posesión de las circunstancias.
nuestra infancia sólo son palabras.

Hermana, la alegría del viaje nos abandona.
Sin geografía que nos sostenga
soñamos con el árbol y la casa.

Miami flamingo

El sol que baña la costa Florida
no es el mismo que engarza en el sueño del niño.
Flamingo de yeso y plástico, flamígera Habana Chica.
¿Se puede ser hipócrita a los seis años?
La ilusión va en portalápices,
en la bolsa sin fondo de mi madre,
en las cachuchas beisboleras de los viejos
Y en las chancletas de pasos perfumados.
Welcome Miami, agridulce naranja
en el más prefabricado de los rosas
de las plumas del ave flama.

Palabras para un día de campo

Para Coral Bracho


No conocimos la experiencia de un mantel
a cuadros sobre la hierba, no presenciamos
la huida de un sombrero de paja con el viento.
Quizás segar el campo hubiera sido útil
como importante es para las mujeres
lavar la ropa juntas, contarse anécdotas
que jamás sucedieron.
No existió tiempo, el necesario,
para la contemplación.
Demasiados acres nos alejaron
de la ilusión posible, del paso
de la hormiga por la pierna.

Plátanos en el Main

Era otoño en Francfort
y la primera visión del río fue un cuerpo
ahogado en su sed.
Juraste que los árboles aledaños al Main
se llamaban plátanos y eran sus hojas
las que se arremolinaban en ese cuerpo.
Y a espaldas de esa premonición
recorrimos los adoquines del Römer
insensibles a las nubes estampadas
en los ojos del muerto.
Era otoño, frágil a cada toque de campana,
en el repiquetear del teléfono exigiendo
la delgada hora del regreso.
Después, cruzar el Eisener Steg
significaba ganar la orilla
de un movimiento sin sentido.

Dudas del astronauta

todo regreso es imán
de la posición de equilibrio.

José Carlos Becerra


Desde el balcón del universo
el astronauta acaricia en la pantalla su virtual Oklahoma.
¿Qué hace un vaquero en la exosfera
exhibiendo sus debilidades y virtudes
por circuito cerrado en Cabo Cañaveral?
No es tiempo de ermitaños en busca
de la dentadura postiza
entre la presión y el volumen;
ni de héroes en misiones orbitales que no logran
un cuarto de página en los periódicos.
Es cierto, el mundo es breve,
pero este pequeño paso para el hombre
no parece un gran paso para la humanidad.

El regreso de Robinson Crusoe

Para Jorge Esquinca


En un archipiélago del océano pacífico
existen paquetes turísticos con tu nombre,
paraíso para jugar al golf o al tenis,
para iniciar a los recién casados:
villas Dafoe, comedor Viernes, curiosidades Crusoe.
Ahora sólo eres más viejo, Robinson,
no tienes que enseñar hablar a nadie;
todos hablan por ti aunque no se entiendan.
La única isla que nos resta es el automóvil,
esa burbuja que se desplaza por las autopistas,
por el tiempo sin ser hostigados,
cuando el pensamiento fluye al subir la ventanilla
y poner el seguro.