Con el agua hasta el cuello
levantarse
en el agua flotaban los restos de la cena
contener un minuto
el aliento
bajar hasta el cajón
allí duermen las tazas
un sueño blanco y cóncavo
saborear despacio el desayuno
lo ha conseguido
¡qué importa si no tienen compasión las palomas
que picotean sobre el plato!
y por eso sonríe -ella sabe por qué-
en la calle que asciende hacia el cielo de junio
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