Labor atenta de hilo solo
-sigues tejiendo tu tapiz indócil-
ese que no se ve
ni engaña su hermosura
a los reyes sedientos
una puntada aquí
en el quicio oscilante
donde ayer escondías los más frescos racimos
¿qué será de tus manos
que palpan los tesoros
en los pliegues?
-acaba ya
esta labor de sombras-
reconoce
vencida
que únicamente ofreces hilo solo
y que tu desnudez ha naufragado
sobre un océano
sin límite
pero esta voz
-¿de dónde?-
vuelve cada mañana
con su rama de olivo
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