Supongo (y esto se nota, es cierto),
que para ser feliz
hay que tener mal gusto,
cautivar al amor con lenguaje de plata
y canciones terribles
de lo eterno y sus fantasmas.
¡Imaginadlo!
Palidez en las tardes,
perfecta oscuridad en los trajes,
garbo, pues, luna de tocador,
cajita musical con la bailarina y todo.
Pero hay más
¡Oh Dioses de la impotencia!
Toda una vida
todas la flores confundidas en cifras,
lentes por ojos y amores por odios.
Hay que tener buen gusto, señores,
el porte de los búfalos
la precocidad en los gorriones.
¿Quién no ama el fuego de los tigres
aún sabiéndose pasto del engaño?
¡Animales!, señores,¡sin rencores ni temores!
Simples criaturas sonrientes,
presas de una estética más pura,
volátil, simiesca,
infelices pues,
displicentes.
Volver a Fabricio Estrada