Vivir es adaptar nuestros antojos
al ritmo del temor a la ventaja,
y vive aquel que marcha tras la paja
que pesa como viga en sus dos ojos.
Mas saber de ignorancias y de abrojos
en nuestra candidez no hace rebaja:
Corremos de ambición por la migaja
¡sin hambre de verdad y siendo cojos!
Es acto de buen juicio recordar
que el hombre, en su brillante trajinar,
no marcha si no marcha ingenuamente.
Y es una paradoja el aceptar
que en la comba vulgar de cada frente
existe una verdad impertinente.
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