sublime Carlo, el bárbaro africano,
y el bravo horror del ímpetu otomano
la altiva frente humilla quebrantada.
Italia en propia sangre sepultada,
el invencible, el áspero germano,
y el osado francés con fuerte mano
al yugo la cerviz trae inclinada.
Alce España los arcos en memoria
y en colosos a una y otra parte,
despojos y coronas de vitoria,
que ya en la tierra y mar no queda parte
que no sea trofeo de tu gloria,
ni le resta más honra al fiero Marte.
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