Las escaleras desmayan arrancadas como si no dieran señal de la caída que representan, si esculpen el perfil de una nueva vorágine o si sólo enredan la memoria de quien no sabe cómo esbozar una falta. Las escaleras son poseídas por una inclinación natural cualquiera y tienen pesadillas con tumbos hambrientos. Despiertan en medio de la noche con el viento dilacerando sus costillas. No dan un paso sin confundir cielo y tierra. Cuántas veces no nos desilusionamos ante el mapa perdido de lo que suponemos que nunca nos encuentre? Dispuestas en la horizontal las escaleras degustan una entrada de brújula. No distinguen entre fruto y fruto. Somos furtivos en los mínimos detalles. Y nuestra gran invención es la diferencia.
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