La nave de la China
que llegó a Acapulco
le trajo a la noble
Marquesa de Uluapa
un cofre de laca
color de vainilla;
y ornado de alados
dragones dorados
y de extrañas flores,
unos dos tibores.
Pero a mi me trajo
algo que es mejor:
a mi me ha traído
olvido de amor.
La nave de la China
trájole al Virrey,
para su hija Pía,
la milagrería
que abre un abanico
tejido en carey;
y para su esposa
el cristal tallado
de un frasco colmado
de esecia de rosa.
Pero a mi me trajo
algo que es mejor:
a mi me ha traído
olvido de amor.
Pena que se queda
del camino a un lado;
fórmula anodina
de oriental receta;
humo que las penas
ve con telescopio.
La nave de la China
hoy ha facturado
para mi dolencia
cansina y secreta
una libra neta
de ensueños y olvido
bajo la etiqueta
que asegura:
¡Opio!
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