En soledad bombea el agua, un chorro
que cae con un amargo rumor
en el arroyo, y orina bajo las estrellas
de esa su noche transparente y lisa.
Luego vuelve a subir las escaleras
caminando despacio, como ladrón.
Y aunque aún no lo entiende, lo atormenta
ya ese loco sin Madre que le devora la
lengua y le muerde mientras le
desgarra el corazón.
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