Poemas de Fray Luis de León
- A NUESTRA SEÑORA
- AGORA CON LA AURORA
- ALARGO ENFERMO EL PASO
- AMOR CASI DE UN VUELO
- CANCIÓN A LA MUERTE DEL MISMO
- DEL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO
- DEL MUNDO Y SU VANIDAD
- DESPUÉS QUE NO DESCUBREN
- EPITAFIO AL TÚMULO DEL PRÍNCIPE DON CARLOS
- ODA I - VIDA RETIRADA
- ODA II - A DON PEDRO PORTOCARRERO
- ODA III - A FRANCISCO DE SALINAS
- ODA IV - CANCIÓN AL NACIMIENTO
- ODA IX - LAS SERENAS
- ODA V - DE LA AVARICIA
- ODA VI - DE LA MAGDALENA
- ODA VII - PROFECÍA DEL TAJO
- ODA VIII - NOCHE SERENA
- ODA X - A FELIPE RUIZ
- ODA XI - AL LICENCIADO JUAN DE GRIAL
- ODA XII - A FELIPE RUIZ
- ODA XIII - DE LA VIDA DEL CIELO
- ODA XIV - AL APARTAMIENTO
- ODA XIX - A TODOS LOS SANTOS
- ODA XV - A DON PEDRO PORTOCARRERO
- ODA XVI - CONTRA UN JUEZ AVARO
- ODA XVII - EN UNA ESPERANZA QUE SALIÓ VANA
- ODA XVIII - EN LA ASCENSIÓN
- ODA XX - A SANTIAGO
- ODA XXI - A NUESTRA SEÑORA
- ODA XXII - A DON PEDRO PORTOCARRERO AUSENTE
- ODA XXIII - A LA SALIDA DE LA CÁRCEL
Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Fray Luis de León:
A NUESTRA SENORA
No viéramos el rostro al padre Eterno
alegre, ni en el suelo al Hijo amado
quitar la tiranía del infierno,
ni el fiero Capitán encadenado;
viviéramos en llanto sempiterno,
durara la ponzoña del bocado,
serenísima Virgen, si no hallara
tal Madre Dios en vos donde encarnara.
Que aunque el amor del hombre ya había hecho
mover al padre Eterno a que enviase
el único engendrado de su pecho,
a que encarnando en vos le reparase,
con vos se remedió nuestro derecho,
hicistes nuestro bien se acrecentase,
estuvo nuestra vida en que quisistes,
Madre digna de Dios, y ansí vencistes.
No tuvo el Padre más, Virgen, que daros,
pues quiso que de vos Cristo naciese,
ni vos tuvistes más que desearos,
siendo el deseo tal, que en vos cupiese;
habiendo de ser Madre, contentaros
pudiérades con serlo de quien fuese
menos que Dios, aunque para tal Madre,
bien estuvo ser Dios el Hijo y Padre.
Con la humildad que al cielo enriquecistes
vuestro ser sobre el cielo levantastes;
aquello que fue Dios sólo no fuistes,
y cuanto no fue Dios, atrás dejastes;
alma santa del padre concebistes,
y al Verbo en vuestro vientre le cifrastes;
que lo que cielo y tierra no abrazaron,
vuestras santas entrañas encerraron.
Y aunque sois Madre, sois Virgen entera,
hija de Adán, de culpa preservada,
y en orden de nacer vos sois primera,
y antes que fuese el cielo sois criada.
Piadosa sois, pues la seriente fiera
por vos vio su cabeza quebrantada;
a Dios de Dios bajáis del cielo al suelo,
del hombre al hombre alzáis del suelo al cielo.
Estáis agora, Virgen generosa,
con la perpetua Trinidad sentada,
do el Padre os llama Hija, el Hijo Esposa,
y el Espíritu Santo dulce Amada.
De allí con larga mano y poderosa
nos repartís la gracia, que os es dada;
allí gozáis, y aquí para mi pluma,
que en la esencia de Dios está la suma.
ODA XVI - CONTRA UN JUEZ AVARO
Aunque en ricos montones
levantes el cautivo inútil oro;
y aunque tus posesiones
mejores con ajeno daño y lloro;
y aunque cruel tirano
oprimas la verdad, y tu avaricia,
vestida en nombre vano,
convierta en compra y venta la justicia;
aunque engañes los ojos
del mundo a quien adoras: no por tanto
no nacerán abrojos
agudos en tu alma; ni el espanto
no velará en tu lecho;
ni huirás la cúita y agonía,
el último despecho;
ni la esperanza buena en compañía
del gozo tus umbrales
penetrará jamás; ni la Meguera,
con llamas infernales,
con serpentino azote la alta y fiera
y diestra mano armada,
saldrá de tu aposento sola una hora;
y ni tendrás clavada
la rueda, aunque más puedas, voladora
del Tiempo hambriento y crudo,
que viene, con la muerte conjurado,
a dejarte desnudo
del oro y cuanto tienes más amado;
y quedarás sumido
en males no finibles y en olvido.
AGORA CON LA AURORA
Agora con la aurora se levanta
mi Luz; agora coge en rico nudo
el hermoso cabello; agora el crudo
pecho ciñe con oro, y la garganta;
agora vuelta al cielo, pura y santa,
las manos y ojos bellos alza, y pudo
dolerse agora de mi mal agudo;
agora incomparable tañe y canta.
Ansí digo y, del dulce error llevado,
presente ante mis ojos la imagino,
y lleno de humildad y amor la adoro;
mas luego vuelve en sí el engañado
ánimo, y conociendo el desatino,
la rienda suelta largamente al lloro.
ODA III - A FRANCISCO DE SALINAS
A Francisco Salinas
Catedrático de Música de la Universidad de Salamanca
El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música estremada,
por vuestra sabia mano gobernada.
A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida.
Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora;
el oro desconoce,
que el vulgo vil adora,
la belleza caduca, engañadora.
Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es la fuente y la primera.
Ve cómo el gran maestro,
aquesta inmensa cítara aplicado,
con movimiento diestro
produce el son sagrado,
con que este eterno templo es sustentado.
Y como está compuesta
de números concordes, luego envía
consonante respuesta;
y entrambas a porfía
se mezcla una dulcísima armonía.
Aquí la alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él ansí se anega
que ningún accidente
estraño y peregrino oye o siente.
¡Oh, desmayo dichoso!
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
¡Durase en tu reposo,
sin ser restituido
jamás a aqueste bajo y vil sentido!
A este bien os llamo,
gloria del apolíneo sacro coro,
amigos a quien amo
sobre todo tesoro;
que todo lo visible es triste lloro.
¡Oh, suene de contino,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos
quedando a lo demás amortecidos!
AMOR CASI DE UN VUELO
Amor casi de un vuelo me ha encumbrado
adonde no llegó ni el pensamiento;
mas toda esta grandeza de contento
me turba, y entristece este cuidado,
que temo que no venga derrocado
al suelo por faltarle fundamento;
que lo que en breve sube en alto asiento,
suele desfallecer apresurado.
mas luego me consuela y asegura
el ver que soy, señora ilustre, obra
de vuestra sola gracia, y que en vos fío:
porque conservaréis vuestra hechura,
mis faltas supliréis con vuestra sobra,
y vuestro bien hará durable el mío.
ODA II - A DON PEDRO PORTOCARRERO
Virtud, hija del cielo,
la más ilustre empresa de la vida,
en el escuro suelo
luz tarde conocida,
senda que guía al bien, poco seguida;
tú dende la hoguera
al cielo levantaste al fuerte Alcides,
tú en la más alta esfera
con las estrellas mides
al Cid, clara victoria de mil lides.
Por ti el paso desvía
de la profunda noche, y resplandece
muy más que el claro día
de Leda el parto, y crece
el Córdoba a las nubes, y florece;
y por su senda agora
traspasa luengo espacio con ligero
pie y ala voladora
el gran Portocarrero,
osado de ocupar el bien primero.
Del vulgo se descuesta,
hollando sobre el oro; firme aspira
a lo alto de la cuesta;
ni violencia de ira,
ni blando y dulce engaño le retira.
Ni mueve más ligera,
ni más igual divide por derecha
el aire, y fiel carrera,
o la traciana flecha
o la bola tudesca un fuego hecha.
En pueblo inculto y duro
induce poderoso igual costumbre
y, do se muestra escuro
el cielo, enciende lumbre,
valiente a ilustrar más alta cumbre.
Dichosos los que baña
el Miño, los que el mar monstruoso cierra,
dende la fiel montaña
hasta el fin de la tierra,
los que desprecia de Eume la alta sierra.