La luna es el día incendiado bajo el árbol.
El agua quema mi garganta
sólo una palabra fresca
inunda mi cuerpo y mi alma.
Es la palabra que juntó nuestros pasos
en cualquier esquina
y tropezó entre sombras
y adoquines
y encontró el camino del mar
perdido.
Es la palabra amarrada
a la muerte de los relojes
y a la lluvia del domingo azul
con su espuma
que lava mi vientre de polvo.
Es la palabra que cruzó la calle y entró al hotel
al cuarto
y se acostó en la cama.
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