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Romancero Espa�ol



Prisión de Don Alvaro de Luna. Pide ver al Rey, sin conseguirlo



El rey se sale de misa
de Santa María la Blanca;
don Alvaro, el Condestable,
con otros lo acompañaba.
Díjole el rey en llegando,
con enojo estas palabras:

'Partios de aquí, Condestable,
que por vos me desacatan:
por creer vuestros consejos
mal me quieren en España;
si por ende hacedes otro
haríades en ello saña.'

Ya se parte el Condestable,
ya se vuelve a su posada,
amenazando a los grandes
que al rey tan mal informaran.
En la noche, a la su cena,
Diego Goter recio entrara;
díjole:

'Catad, señor,
que por todo Burgos anda
cómo habedes de ser preso
el miércoles, que es mañana:
cabalga en la mi mula
que yo vos sacaré en ancas
a la puerta de San Juan
cubierto con la mi capa.'

El Maestre se turbó
díjole que bien hablara:
pidió una copa de vino
con unas peras asadas:
como las hubo comido
adormido se quedara.
Díjole Diego Goter
saliese, que se tardaba:
dijérale:

'Anda, vete,
que voto a tal que no es nada.'

A la mañana otro día
Cartagena se levanta:
vio venir don Alvar Zúñiga
con doscientos hombres d′armas
fue a despertar al Maestre;
el Maestre luego s′arma.
Díjole:

'Tu padre avisa
que por él cercan la casa:
'Castilla', viene diciendo,
'libertad el rey demanda.'

El Maestre al gran ruido
asomóse a una ventana.
Dijo:

'¡Hermosa gente es ésta!'
Mas luego dentro s′entrara,
que le tiró un ballestero,
y por muy poco le errara.
El combate fue tan recio
que no hay cosa que le valga.
Acordó darse a prisión,
así como el rey lo manda.
El rey pasaba a comer,
iba allí el obispo de Avila,
viole asomar el Maestre,
y como le vio así l′habla;
el dedo puesto en la frente
dijera con voz muy alta:

'Para ésta, don Obispillo,
que la paguéis bien doblada.'

El obispo respondiera
con miedo al velle con saña:

'Por las órdenes que tengo,
señor, yo no os culpo en nada,
ni os tengo más cargo d′esto
que os tiene el rey de Granada.'

Envió el Maestre al rey
le escuchase una palabra:
el rey envió a decir
se acuerde le aconsejara
que a hombre que prendiese
nunca le muestre la cara.