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Claudia Lars
Dibujo de la fuga (IV)
En dominios de nieve
sueña la flor su escala y su corona.
La nieve cae, abandonando el aire
con un latido blanco.
¿Por qué levanta el muérdago
su sangre oculta en desafiantes hojas?
¿Por qué dejan los elfos invernales
laboriosos mensajes en el vidrio?
¡Eileen, Coleen, Maureen...verdes, doradas,
alimentad el fuego!
El pan junta a los hombres. Ya regresan
con sus pipas nocturnas y su infancia.
La nieve tiene ermitas y ataúdes,
tiene girantes naipes,
flota en la luz con pliegues de bandera,
borda manzanas de agua entre los mástiles.
¿Quién dice que la nieve es inocente?
¿Quién la celebra en el licor del sótano?
Mil peregrinos andan por su cuerpo,
ciegos de blanca burla.
¡Eileen, Coleen, Maureen...fuertes, sin miedo,
¿está borracho el viento?
¡Cerrad la puerta , defended la casa,
que es la nevada luna de los muertos!
En praderas de nieve
el verano dormido junta olores.
La nieve baja en diminutos ángeles
y fechas de diciembre.
¿Cómo estará la encina en su silencio?
¿cómo el pez, entre agujas?
Este morir de sueño, este abandono,
¿habrá de ser un colmenar de musgo?
¡Eileen, Coleen, Maureen...limpias, amables,
extended los manteles!
La niña del hermano busca elnorte
sobre temblor de remos.
Viene con su cabello derramado,
con sus pasos silvestres;
trae un lagarto de ónix en la blusa
y una guitarra breve.
Las torres de la nieve
suben luces pretéritas, de olvido.
Abre la niña su ventana y oye
la memoria del frío.