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Mario Mel�ndez




Me he decidido a vivir



Me he decidido a vivir
y creo afirmar que mis latidos se convencieron de ello
He tenido ofrecimientos sinceros para cohabitar
/la extremidad de una telaraña
o para servir como testigo de matrimonio forzado
Es más he sido amante de la noche con sólo cantos
/y bostezos repetidos
No me gustan los aviones porque menosprecian
/a las aves
Tampoco soy creyente incondicional de las pasas
/en las empanadas
de las secretarias con dos idiomas o de la crema
/humectante
como único remedio para las arrugas
Me he decidido a vivir
y creo afirmar que mi nariz se ha convencido de ello
Escojo la corbata que hace juego con el mundo
elijo los zapatos que le vienen a mi sombra
/y a mis sueños gastados
No miento al decir que lavo detalladamente
/la fruta que ingiero
por temor a la hepatitis
lo mismo hago con los espárragos y las botellas
Me encanta encadenarme a los parquímetros
y anclar en una esquina y detenerla con la frente
y avanzar por el cemento entre ruedas venenosas
luego frenar tenderme en línea recta
en perspectiva en ángulos de piedra y de madera
Escupo el largo y viejo ceremonial de los santos
sobre sus fieles devotos sobre sus libros
/desahuciados
Y a cada cual lo suyo a cada camisa su cuello
a cada pierna de mujer y a cada cadera su vestido
a cada misa su vino y su pan de miga inconclusa
Nada escribo sobre los ascensores
Es de mala educación eructar al desayuno
/o en la cena?
Me he decidido a vivir
y creo afirmar que mi poesía se ha convencido de ello
Me he decidido a vivir a la manera de los gorriones
/y de las aves sencillas
a la manera de una lluvia que me hace estornudar
a la manera de entender lo poco que entiendo.