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Marilina Rebora




RENACER

Estoy sola, Señor, y hay mucha gente en torno,
estoy triste -no obstante la riente algazara-
y mi imagen es débil, perdida, sin contorno,
bien que la luz del sol le dé sobre la cara.

Temerosa, Señor, del más humilde adorno
y de otras tantas cosas que el mundo nos depara,
pienso en la noche próxima del viaje sin retorno,
el instante postrero que a todos nos separa.

Mas te siento, Señor, junto a mí por momentos,
tu divina presencia ilumina el ambiente
y percibo que vuelven a su ritmo mis días,
para que así se acaben entonces mis lamentos,
renaciendo a mi propia existencia sonriente
pues que Tú me regalas con nuevas alegrías.