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Alfredo Placencia
Bienvenido sea (II)
La tibia luz de la luna
la está besando en la sien.
No os acerquéis a su cuna,
idos yendo, leves auras, una a una;
dejadla que duerma bien.
Dejad que no más la luna
la esté besando en la sien.
Que no canten las palomas.
Que la cerquen con aromas
las manzanas y las pomas
de Salen.
Que se rieguen los sonidos
por el monte y por las lomas.
Que no canten las palomas,
que se estén en paz los nidos,
que la Amada duerma bien.