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�ngela Ib��ez
Anillos de humo (III)
III
El corazón -amuleto de cristal-
Pendía del cuello uterino.
Las tribus exorcizaron todas las entradas
Con símbolos fálicos. Menhires
Del primitivo destino de piedra.
El viento dirigía la oración
Imprimía la cadencia en las olas
Aullando la plegaria en las caderas.
El tam-tam latía loco y desbocado
Hacia la selva de las palmeras.
Los dátiles casis maduros-
Llenaban de almizcle dulce la tarde.
Oloroso presagio del huracán
-respuesta de los dioses-
pródigos y fecundos a Nadie.
La lluvia llenaría de vacío a las nubes
eterno transito hacia la tierra de nadie.
-que pendientes- aguardaban su destino
La piel torsión del sol, líquido sudor
Danzando ciegos los rayos
Vestidos de incendio
Que seguía llamando al dios.