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Antonio Gamoneda
El vigilante de la nieve (III)
Vigilaba la serenidad adherida a las som-
bras, los círculos donde se depositan flores
abrasadas, la inclinación de los sarmientos.
Algunas tardes, su mano incompensible
nos conducía al lugar sin nombre, a
la melancolía de las herramientas abando-
nadas.