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Efra�n Bartolom�



Corte de café



I


Miro la masa verde desde el aire
Hierve
Es una masa informe
que se agita en un sueño difícil inquietante

Tiembla la furia verde

El sueño manotea viscosidades tiernas
Tiernos odios
Su ciega cerrazón de verde espuma herida.


II


Desde los troncos verdes de los árboles
Desde las piedras verdes donde descansa el musgo
sube el hambre al cafeto que crece
siempre verde
bajo la sombra espesa de otros árboles

De los troncos que exudan olorosas resinas
Desde la arcilla roja que se convierte en cántaro
bajan hombres o sombras a encontrar el café

Deambularán por las largas avenidas del día

Dormirán bajo el frío sucio de los portales
(Qué reguero de muertos bajo la bota pesada del sueño)

Partirán con los vientos del invierno

Hoy he visto una sombra lenta sombra amarilla
ofrecer su trabajo para cortar café
a las puertas de mi casa

Y se ven tantas sombras iguales en la calle
que sabrá amarillento
el café de la tarde.


III


Hoy vi a un hombre sonriendo torpemente

Se destrozó los dedos
recogiendo café del piso de estos días amargos

Con estas mismas manos acaricia su hambre
a la hora del posol

A la hora justa en que alguien bebe café
con restos de esta sangre

Con sangre de estos dedos

Con dedos de estos años

De otros
que son los mismos

En esta exacta hora encendida de rojo
en que un hombre sonríe torpemente
a sus manos con sangre.


IV


El cafetal La sombra La serpiente

Este vapor que ahoga
: húmedo trapo entrando en los pulmones

La tierra en que te vas hundiendo
desde hace cuánto
por quién para qué por qué

Responda la nauyaca
del incierto color de su veneno

Contesta nigua
desde la carne tierna bajo la uña

Talaje Piojo
Escarabajo Chinche Casampulga
De cada moretón
De cada cicatriz en la piel de la vida

Respondan!


V


Qué silencio en el fondo del cafetal
Qué oscuridad moviendo las hojas más delgadas de los árboles
Qué altura truena bajo los pies sobre las hojas secas

Al tallo del cafeto se enrosca el miedo

Arriba
tras la techumbre en sombra de los árboles
el durísimo sol
babea su rabia.


VI


Y quién dice que no vienen del sol todos los males

Y por qué no

Si cada red de luz lanzada sobre el mundo
fermenta el malestar

Convierte en larvas los huevecillos de la enfermedad

Hinca la brasa cruel de su cigarro
sobre la piel más tierna

Pero también desangra las lagunas

Adelgaza los ríos

Luye los cortinajes de la lluvia
y hace surgir las gotas de sudor
humana transparencia
como un collar de sal
que a veces da sabor
o cae
sobre una llaga.


VII


Aquél siembra café con sus manos rugosas
Ése poda el café con sus ásperas manos
Otro corta el café con manos rudas

Manos iguales despulpan el café

Alguien lava el café
y se hiere las manos
Otro cuida el café mientras se seca
y se secan sus manos
Alguien dora el café
y se quema las manos
Otro más va a molerlo
y a molerse las manos
Alguien lo beberá
Y lo encontrará
amargo.