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Harold Alvarado Tenorio



André Salmón



Los caminos del olvido son varios.



Varia la cambiante faz

de esta música que siempre soñó en tus carnes frágiles

con tanta melodía antigua y bien olvidada.



Los caminos de las ciudades que vieron tus ojos tristes

son sonatas en viejos pentagramas.



Estos poemas, más largos que ninguna vida,

deben recordar que algún día viviste entre ellos,

pues aprendiste que no existía la tierra

y que un pez nada puede si se rompe las aletas.



Pero tu corazón es más ancho que Alemania y Francia reunidas,

y de Montmartre a Montparnasse

sólo queda el recuerdo,

grave,

y cuando entraba el metro en la estación

viste a la verdad danzar entre los carriles

y el cielo era un paisaje

y el viento tiraba del pelo a los árboles.



Querido, André Salmón,

nombre de pez

teleósteo fisóstomo

un metro y medio de largo

que desovas en los ríos en otoño

y emigras donde ellas sostenían a los guerreros.



Querido André:

has envejecido meditando engaños.