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Homero Aridjis



Los espacios azules



I

Hay frutos que suben intensamente por la luz que los toca
y en el aire se encienden cayendo hacia el arriba

hay que maduros se derraman a izquierda y a derecha
en un borbotear ardiente de brillos en el árbol

hay que se cierran para que la luz no los abra
y se entregan al aire ligeros de sentidos

hay como vasos rotos      en su ruina espejean
y en sus pedazos se puede ver el fruto entero

hay los que la luz penetra y hace lucir en las alturas
los que no poseen ni una luz pero la luz de todo
hay esta lluvia que se convierte
en la cáscara y el jugo del fruto que humedece


II

Rápida maravilla es la luz
que sube baja de los montes

y por tu cuerpo cae
llena de ojos

Trémula bendición es
la que invisible llueve sobre tu corazón

la que deja en tus senos
brillantes puntos de oro de azul

la que te ha convertido en un largo rayo puro
en el alba


III

Cada onda es el agua

uno es el hombre

unidos van las hojas y el verde
las alas y el aire

los ríos son este Río

y sola va el arca por la noche


IV

En abrazo mecido la muchacha recorre
la blanda aventura de su cuerpo
la esfera en la que su ser da vueltas
en torno de la fuerza que asomada a su alma se fatiga
en abierta espiral encierra adentra y desata
el deseado rostro que los dos van formando
y el rasgo casi humano      que arrancado de los cuerpos brilla

en rojo funeral consume su existencia
el vértigo meciéndose en su carne
el cuerpo inerme que la semejanza le entrega
y la boca que los hala y succiona
apenas la conmueven

su superficie acoge lo mismo el ademán intruso
que el gesto de su abdomen más abismado y húmedo
en el flujo y reflujo que el instante va creándole

en ese vuelo a tientas por la altura
más de un alma ha caído y más de un ave se asfixia
por esa oscuridad apretada
el cuerpo fugitivo es real muriendo


V

Cuando la lluvia pasa y la ciudad se eleva
y el pájaro vuela por un amarillo iluminado
donde un ocre y un rayo dorado se desprenden
como de hojas otoñales lavadas por el agua
gotas que abandonó la lluvia sobre un vidrio
alentadas por una luz interna
son pequeñas esferas o universos del agua
donde el color es incoloro pero tiene
dos o tres azules y un naranja
que parecen temblar

Estas rápidas gotas de la dicha
bajo el hálito de una breve existencia luminosa
se quedan asombradas en el puro corazón de la alegría
o trazan resbalando diminutos y delgados ríos
como siguiendo la estela despeinada de otras gotas
que encontradas son un pequeño mundo
una transparente cúpula
donde brilla la luz


VI

Sobre este puente donde el tiempo avanza inmóvil
como la podredumbre o la alegría de ser
adentro de las cuerdas
que lo atraviesan de un extremo a otro
he visto al pájaro inocencia detenerse
un momento en su vuelo para decirme adiós
he visto en sus ojos el incendio de luz
que arde sobre las aguas como un tapete
o una lengua siempre más larga y estriada
he visto en su pico el canto y la maravilla
que nunca se levantan un punto más alto
de la tristeza que los encierra como un nicho
he visto la oscura y húmeda cabellera del canto
siempre más radiante y más muda
más color de viento que de amor o vocal
curvarse en sus umbrales como una ola

Sobre este puente que ha mirado con mirada fría
(así como mira el rostro amado y muerto
siempre más distante a la palabra y más imposeíble)
pasar miles de espectros y de autos
miles de cosas y seres que van al infinito
como etapa final
he visto el pájaro de la inocencia
descansar un momento de su eternidad
para decirme adiós
en un hasta nunca apenas perceptible dicho casi
con un rumor de alas sonando en el silencio


VII

La palabra

lleva el sol
lleva la virgen
lleva el pan
la comunión
y lo que invoca
es la dominadora
la que junta

vive en muchas moradas
entra en muchas formas

sopla desde el fondo del agua
silenciosa

sube de todas partes
quema y nombra