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Jes�s J. Barquet



Pan dormido



No pausa ni exabrupto
sino sólo tu cuerpo, dormido, sobre una superficie
en que apenas distingo trazos,
en que únicamente te confirman mi ceguera
y mi fe.

No pausa, es suceder
donde nada se fija, como peces
cuando un extraño se asoma
(aguas de plenitud disolviendo una harina
amasada en la víspera, rápida fuga que expulsa
el mismo volumen líquido que atesora),
mucho menos estatua
que colocar en los altares o exhibir en un circo
de provincia, sino masa nocturna que crece, olorosa,
y corona.
Tampoco exabrupto, sino volver a buscar
en el placer cada mañana, en cotidiana
instalación o turgencia
que el propio olor delata
(otros pasan de largo, mi deseo
no alcanza su resurrección: te falta yo),
y la rutina dominguera convertida en ritual
de comunión no obstante los sabidos
saluditos cordiales.

No pausa ni exabrupto, sino tu lento
cocinar desde la noche y hacia el día.




(inédito)