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Jos� Acosta
Madre, si te dijera que estoy cansado...
1.4 Madre, si te dijera que estoy cansado de vivir no me lo creerías. Yo no sé cómo te está yendo allá, adonde te fuiste aquel día, dejándonos a todos llorando. Aquí, lo mismo, y eso es lo triste. La casa que habitaste la está destruyendo el tiempo, y en el jardín, tus rosas se secaron para irse contigo. Ya nadie nos conoce en el barrio; la vecina murió, y el gato, y aquel señor que un día te amó y que fue en la tierra nuestro padre. No sé, madre, si llegan a ti mis oraciones y si algún día volveré a verte para contarte más sobre este mundo. Sólo espero que estés bien y que no sufras.
1.5 No temas cuando al ver tu brazo extendido junto a tu cuerpo no lo sientas ni lo reconozcas. Es que la vida se ha ido de allí, se ha alejado dedo a dedo como si apagaran las luces de sus sentidos. Entonces verás la oscuridad verdadera, la eternidad materializada en la insensible lejanía de tu mano muerta, en la fragmentada rosa de tus dedos. Querrás llamar lo que ahora roza la palma helada de tu mano, ese aceite que de otro modo lo hubieras percibido tibio y distante como la dubitativa presencia del amanecer. Querrás peregrinar en el espacio vacío donde crece la rudeza de un puño, o la caricia que rueda por la arena como un ahogado. Pero es tarde y ya todo comienza, la vida tiembla a la orilla de tu muerte, llena de lamentos infinitos, de ruidos que se gastan, de aromas que persisten más allá del susurro. Pero es tarde y ya en ti campea, perdurable, el abandono.
1.6 Fracasaremos, y hay pavor en decirlo abiertamente, porque en el fondo, aun en el último segundo de la vida, no lo creemos a ciencia cierta. Pero es inútil no admitirlo, gritarlo a viva voz: ¡fracasaremos! Hacia cualquier lugar de la dicha que vayamos, en el refugio del triunfo, donde nos coronan, detrás de los laureles, fracasaremos. Y no hay un arco azul que nos redima, una mano propicia al borde del abismo, o una simple oración llena de culpa. Incluso al final de la carrera, al romper la cinta de la meta, en la eternidad que cruza ante nosotros dejándonos pasar, fracasaremos, y esa es la verdad.