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Julio Iraheta Santos



Todos los días el hombre (2)



Ayer bebí,
y mientras bebía hablé de mi impotencia,
confesé mi orfandad y mostré mis manos
que nunca tienen nada, salvo el corazón de Ligia.
Yo le quité el corazón porque era la única mujer
capaz de amar a un poeta pobre.
La besé, la tendí en medio de las horas
y fui señor de la fiesta,
           de aquella hoguera azul...
Ayer bebí, y mientras bebía le di un puntapié al
                                        (hombre responsable,
caí de bruces, miré por última vez el sol
y en mis manos que nunca tienen nada
          continuaba el corazón de Ligia.






1975