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Manuel Justo de Rubalcava



Las frutas de Cuba



Más suave que la pera
en Cuba es la gratísima guayaba,
al gusto lisonjera,
y la que en dulce todo el mundo alaba,
cuya planta exquisita
divierte el hambre y áun la sed limita.

El marañon fragante,
más grato que la guinda si madura,
el color rozagante,
¡Oh! Adonis en lo pálido figura;
árbol, ¡oh maravilla!
que echa el fruto después de la semilla.

La guanábana enorme
que agobia el tronco con el dulce peso,
cuya fruta disforme
a los rusticos sirve de embeleso,
un corazon figura
y al hombre da vigor con su frescura.

Misterioso el caimito,
con los rayos de Cintio reluciente
en todo su circuito
morado y verde, el fruto hace patente,
cuyo tronco lozano
ofrece en cada hoja un busto á Jano.

La papaya sabrosa
al melón en su forma parecida,
pero más generosa
para volver la vacilante vida
al ético achacoso,
arbol al apetito provechoso.

El célebre aguacate
que aborrece a1 principio el europeo,
y aunque jamás lo cate
con el verdor seduce su deseo,
y halla un fruto esquisito
si lo mezcla con sal, el apetito.

La jagua sustanciosa
con el queso cuajado de la leche,
es aún más deliciosa
que la amarga aceituna en escabeche:
no se prefiere el óleo que difunde
porque acá la manteca lo confunde.

El mamey celebrado
por ser ambos en la especie: uno amarillo
y el otro colorado,
en el sabor mejor es que el membrillo,
y en los rigores de la estiva seca
la blanda fruta del mamón manteca.

El mamoncillo tierno,
a las mujeres y á los niños grato,
y, pasado el invierno,
topo de los frutales el moniato,
y el sabroso ciruelo que sin hoja,
amarillo ó morado el feto arroja.

Amable más que el guindo
y que el árbol precioso de la uva
es acá el tamarindo:
licores admirables saca Cuba
de su fruto precioso, que fermenta,
almásigo mejor que Horacio mienta.

El Argos de las frutas
es el anón, que á Juno he consagrado;
fruto tan delicado,
que reina en todas las especies brutas
de ojos llena su cuerpo granuloso,
al néctar comparable en lo sabroso.

La piña, que produce
no Atis en fruta que prodiga el pino,
que la apetencia induce,
sino la piña con sabor divino,
planta que con dulcísimo decoro
adorna el fruto con escamas de oro.

El níspero apiñado
por la copia del fruto y de la hoja,
en más supremo grado
que las que el marzo con crueldad despoja,
árbol que, madurando, pende y cría
dulcísimos racimos de ambrosía.

El coco cuyo tronco
ruidoso con su verde cabellera,
aunque encorvado y bronco,
hace al hombre la vida placentera
y es su fruto exquisito
mejor plato á la sed y al apetito.

El plátano frondoso...
Pero ¡oh Musa! ¿qué fruto ha dado el orbe
como aquel prodigioso
que todo el gremio vegetal absorve
al maná milagroso parecido,
verde o seco, del hombre apetecido?

No te canses ¡oh numen!
en alumbrar especies pomonanas,
pues no tienen resúmen
las del cuerpo floral de las indianas,
pues á favor producen de Cibeles
pan las raíces y las cañas mieles.