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Manuel Magallanes Moure
El paseo solitario
Ya estoy solo, mi amor. Tras el penoso
ascender por atajos y quebradas
domino la extensión del mar ruidoso,
cuyas olas se rompen en cascadas
al pie del farellón en que reposo.
El mar, la soledad... Allá la ardiente
fulguración del sol que ya declina,
y abajo un remover de espuma hirviente
y un chorrear de agua cristalina
que está corriendo interminablemente.
El mar y el cielo en lo alto separados
poco a poco se acercan, se confunden,
cual dos enormes cuerpos enarcados
y ya en el horizonte, ambos se funden
como en un beso dos enamorados.
* * *
Ya estoy solo, mi amor. Estar contigo
en esta soledad fuera mi anhelo;
solos ante el océano, al abrigo
de estas rocas y bajo este áureo cielo
que alegre ríe como un rostro amigo.
Tener sobre mi hombro reclinada
tu cabeza y posar en tus pupilas
mis ojos y beber la luz dorada
de tus pupilas verdes y tranquilas
que miran como un mar hecho mirada.
Tenerte aquí. mientras el mar desfloca
sus espumas jugando entre las peñas;
tenerte aquí, sobre esta erguida roca
y preguntarte suavemente: -¿sueñas?
y unir después mi boca con tu boca
* * *
Para decirte lo que mi alma amante
callada guarda, pues no halló el momento
de decírtelo a solas y anhelante
contarle todo, todo lo que siento,
quisiera estar contigo en este instante.
Aquí en la soledad, a la difusa
claridad del crepúsculo marino,
encendida en amor mi alma y confusa
de placer, te hablaría en el divino
idioma en que el poeta habla a su musa.
Aquí en la soledad, de esfe paraje
donde ojos no hay que miren a hurtadillas
ni oídos prestos al espionaje,
yo a tus pies caería de rodillas
como cae ante el ídolo el salvaje...
* * *
Ya estoy solo, mi amor. El viento azota
las olas que en rebaños tumultuosos
atropelladas van. Un barco flota
y abre y cierra sus remos luminosos
en un blanco aleteo de gaviota.
Y prefiero estar solo, amada mía,
porque allá al lado tuyo está el tormento
de ver que en todo hay un mirar que espía,
de hallar en todo un escuchar atento
que oye cuanto mi boca te confía.
Sí! Prefiero estar lejos del encanto
que de tu ser divino se desprende
y recordar tu imagen que amo tanto
mientras resuena el mar y el cielo enciende
las luminosas flores de su manto.
* * *
Porque en la soledad amplia y desnuda
que me envuelve, mi boca se liberta
de la mordaza que la tiene muda
y con gran voz te llama y no despierta
ni un eco hostil mi voz ardiente y ruda.
Porque en la soledad te llamo y vienes
ya mí te acercas llena de ternura
y me dejas besar tus blancas sienes
y el prodigio admirar de tu hermosura
sin que las ansias de mi amor refrenes.
Porque en la soledad con alegría,
vienes al lado mío y soy tu dueño;
porque en la soledad mi fantasía
realiza en tí su más soñado sueño
y en mis brazos te estrecho, y eres mía!
* * *
Va la luna bogando como una
barca que se tumbó del lado izquierdo.
Volveré por aquella blanca duna
y alumbrarán mi senda tu recuerdo
y la luz misteriosa de la luna.