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Nora M�ndez
Salmo de la elegida
Este es el tiempo de nombrar nuevamente las cosas
De producir el sonido que las engendre
Son los magos del corazón interno
Que profieren amenazas
Contra el mundo y sus ilusiones gastadas
Alquimistas poderosos
En el viaje del adentro
Donde nacerán nuevamente las bancas
Las luces y las alcobas
Por donde irán los pasos del hombre
Y sus amapolas
Soplan las sílabas del hemisferio nuevo
Arriban en aeropuertos del misterio
Nazcan pues los hijos de mí adentro
Pueblen al mundo
Y su locura
Traigan paz para la que pare y espera
Que el universo entero erosione su historia
Y la brisa que irrumpe
Dobla como una espera
La dulce espada que revienta en palmos de sombra
Afuera gotea el amor de la noche
Blandiendo la mecánica celeste
De una constelación silenciada.
Amarra entonces la piedra
Con la cual sumergirás tu cuerpo ingrávido
Cuerpo de plumas
Cuerpo de palabras
Cuerpo que nunca saldrá sin sus huesos de alondra...
Frente al espejo se detiene la vida
Para correr paralela
O traspasar el sentido de un orden
Corre la sangre en la oscura transfusión
Y en esa conmovedora distancia
Huye el tiempo de los cinturones de relojes
Y un niño baila sus ilusiones de charol
Brillo parco
Luz amarga que nace lejos
Que se marcha lejos de sus primeros rayos
Y comienza la blancura su rotunda música
La inesperada frecuencia al revés del tiempo
Blancura, Minerva destronada
Sopor de los vacíos y lienzos
Angostura que parte el sentido de lo negro.
Cede el ocaso a los colores
Y el corazón apurado se despeina
Cuando anuncian el nacimiento de las cosas nuevas
Ese canto sin sentido
Que coloca al mundo en estupor lunático
Cuando la manada aúlla lunas nuevas
Y en la frescura prometedora de ese acto
Los corceles del carruaje de cristal
Corren sabios sobre la autopista
De las coordenadas sin norte
Desbocados,
Tránsito de crines y brújulas
Cruz del sur entonces
Guía de los desencontrados
Cuento de hadas inmisericorde
Camada, que es parto de fundadores.