Todas las calles de aquella noche iban al cielo.
Ella surgió del fondo de su vaso.
Quiso beber con él sin prisa.
Quiso saber su historia
mientras le deshojaba el corazón.
Más tarde
le pidió con los labios que se fuera con ella.
Confundir puede el cuerpo el placer con la muerte.
Pasaron como una exhalación por su memoria
la luz mortal de las farolas,
la sombra del sombrero,
el verde botella de los ojos de la chica
mientras se ahogaba en un charco rojo de pétalos.
Volver a Irene Sánchez Carrón