Andar al bosque como quien va a ninguna parte. Bajo un cielo
limpio de nubes. El bosque puede estar dentro -o fuera, en la mutable
dinastía del viento- Llegar como quien ya estaba, antes de la herida,
como quien nunca ha salido y fluye con su sangre en el deseo, del
brazo de su muerte propia.
En su primera visitación el ángel tomó la arboleda por gua-
rida. Hoy habita bajo la corteza del chopo, cansado de esperar.
Su mensaje es el cielo repartido.
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