Cuando Urabá despierte sentirá la mañana
Que cien conquistadores se calzan sus espuelas;
Que la savia es un río que va gritando ¡Tierra!
Como el descamisado don Rodrigo de Triana.
Cuando Urabá se ajuste su vieja carretera
Sin miedo a que un abismo le decomise el alma,
Entonces sí podremos decir que la Montaña
Rescató la locura de las Tres Carabelas.
Y veremos, entonces, que este pueblo de enjalmas
Que nunca vio en sus lares ni moluscos ni algas
Ni un marino tatuado ni una red de pescar,
Hablando de corrido, sin parar el palique,
Se traerá en camiones y en costales de fique
Toda sirena joven que se encuentre en la mar.
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