(Variaciones sobre un antiguo mito de los indígenas de la isla de Pascua).
El agua marina se convirtió en espuma de playa;
la espuma se convirtió en hierba sobre la tierra;
la hierba se convirtió en liana sobre la roca;
la liana se convirtió en vena de la roca.
La golondrina marina se convirtió en gaviota:
negra era y se hizo toda blanca.
La gaviota blanca se convirtió en papagayo.
El papagayo arcoiris se convirtió en buitre;
el buitre se convirtió en milano de ocelado buche.
Del guano de estas transformaciones, se creó el murciélago.
El frote de la piedra engendró la chispa;
la chispa engendró la llama;
la llama engendró la lava.
Con la lava se hizo la estatua.
La estatua que tiene porosidad de espuma,
el óxido amarillo de la hierba,
el recio nervio de la liana,
la vena mineral de la roca,
el sucio blancor de la gaviota,
el escándalo del papagayo,
la taciturna voracidad del buitre,
el ojo cristalino del milano,
y la chispa,
la llama
y la lava.
Así nació la estatua
que nos mira sin vernos,
que nos acecha ignorándonos,
que nos amenaza sin temernos.
Muda,
quieta
la estatua
hecha de agua,
de pájaros,
de hierbas,
de metales...
Engendrado en silencio,
bajo el guano de los grandes murciélagos,
enigmas y misterios.
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