Con las mejillas enceradas
los ojos le brillan como si al sol.
Baila para el suspenso de la rueda
su vals número 15.
El gallinero duerme su concierto
entre rubor de niñas
y los tíos empujan por la espalda
a ese pájaro nuevo con traje de recién
tan vestido de un miedo
que más adolescente es casi virgen.
Cuando anuncien la torta y la sortija
eso será el amor en esta noche
volteará la cabeza hacia el satén brilloso de la tía
asomada entre brazos y el humo de la sala
girando por la casa con su sortija falsa
puesta en el dedo chico de su mano
y sintiendo un temblor que acostará a su lado
lamiéndole las piernas, eso será el amor
en un puño de almohadas esta noche
preguntándose nada y esperando hasta el alba
cuando se quedan solos con las últimas copas
los que suelen quedarse con la espalda pegada a la
pared, rodando con sus ojos por el piso vidrioso
hablando de nosotros, que tanto hemos crecido
trasponiendo la anécdota y el tiempo.
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