Sendas que se bifurcan todas blancas de luna;
árboles que proyectan sus formas recostadas;
escaños solitarios; fuentes cuyas cascadas
remedan una orquesta. Sobre la gran laguna
la brisa orla su peplo. Pilastras con jarrones
donde el fauno sonríe con sus belfos lascivos
mientras la ninfa mueve sus dos flancos esquivos
dando a su cuerpo esbelto violentas contorsiones...
Cada estrella ha encendido su blanco lampadario.
Cada árbol es como un perfumado incensario
que entonara las glorias del parque florecido;
y vagando por los aires indefinibles notas.
Mientras las fuentes ríen sus carcajadas rotas
llora la luna un salmo sobre el parque dormido.
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