Volveré a mi tierra.
Volveré. Pondré mi frente entre sus manos.
El calor del surco
entrará en mis ojos hasta el alma.
No rehusaré su calle ni su puerta.
No rogaré que me ame,
porque su corazón me ha esperado
por años y nieblas.
Siempreviva
No soy su hijo pródigo
ni tengo de qué arrepentirme.
Es mi pueblo y yo soy su estambre,
su recuerdo que regresa,
su pequeña hoja voladora,
su mata de salvia en la calleja.
Pondré junto a sus sienes
un árbol de canciones
he de vivir para este acatamiento
que venero en la distancia.
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