¡La espuma de tu rostro fugitivo,
bello Torbes, dejástela en mis manos,
y con el vuelo de tus saltos vanos
coronas me tejiste y ramo altivo!
¡Oh, Torbes labrador! Margen furtivo
entre angélicos campos ciudadanos;
dulcífero galán que a los veranos
de dulzura te fuiste, pensativo
Joven Torbes de alzada vestimenta;
voz de poder y magna cornamenta
que muge por los campos su fragancia.
¡Celeste guardador de la frescura,
doncel corriente, niño que perdura
de pie junto al cadáver de mi infancia!
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